La autoestima esta compuesta de las siguientes dimensiones
Baja autoestima
Esta es la base de la autoestima. Si nos sentimos seguros con nuestra familia, si nos sentimos queridos y nuestras necesidades están cubiertas, nuestra autoestima se desarrolla. Es entonces cuando intentamos ocupar nuestro lugar y nos atrevemos a probar cosas y experiencias nuevas. Por ejemplo, cuando aprendemos a andar, nos caemos las primeras veces, pero con ánimos, desarrollamos nuestra confianza y ¡volvemos a intentarlo!
Este es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos. Experimentando, aprendiendo y recibiendo información de la gente que nos rodea, llegamos a identificar nuestras características, capacidades, necesidades y sentimientos. La identidad puede dividirse en varias partes: física (la representación que cada persona tiene de su propio cuerpo) y social (cómo me relaciono con otras personas, los grupos con los que me asocio, mi situación económica, mi lugar como estudiante, trabajador, adolescente, cómo actúo con mi novia o novio, qué sexo me atrae, etc.).
Todos pertenecemos a varios grupos: familia, amigos, colegio, equipo deportivo, etc. También nos definimos por nuestra pertenencia a esos grupos, por las relaciones que mantenemos con otras personas y por las experiencias que vivimos en esos grupos: sentirnos parte de un grupo, sentirnos solidarios, buscar a los demás miembros del grupo, comunicarnos bien, compartir, etc. Los distintos grupos a los que pertenecemos nos permiten sentirnos comprendidos y saber que hay personas que son como nosotros.
¿Cuáles son las 4 dimensiones de la autoestima?
Hay 4 componentes que definen la estima que uno puede sentir por sí mismo: confianza en uno mismo, identidad, sentimiento de pertenencia y sentimiento de competencia.
¿Cuáles son las tres dimensiones de la autoestima?
Aunque la mayoría de las investigaciones examinan la autoestima en términos de autovaloración, nosotros proponemos tres dimensiones de la autoestima: la estima basada en la valía, la estima basada en la eficacia y la estima basada en la autenticidad.
¿Cuáles son los 3 factores que definen la autoestima?
Entre los diversos factores que se cree que influyen en nuestra autoestima se incluyen: La genética. La personalidad. Las experiencias vitales.
3 componentes de la autoestima
La autoestima es la confianza en la propia valía o capacidades. La autoestima engloba creencias sobre uno mismo (por ejemplo, "me quieren", "soy digno"), así como estados emocionales, como el triunfo, la desesperación, el orgullo y la vergüenza[1] Smith y Mackie (2007) la definieron diciendo: "El autoconcepto es lo que pensamos sobre el yo; la autoestima, son las evaluaciones positivas o negativas del yo, es decir, cómo nos sentimos al respecto"[2].
La autoestima es un constructo psicológico atractivo porque predice ciertos resultados, como el rendimiento académico,[3][4] la felicidad,[5] la satisfacción en el matrimonio y las relaciones,[6] y la conducta delictiva.[6] La autoestima puede aplicarse a un atributo específico o globalmente. Los psicólogos suelen considerar la autoestima como una característica duradera de la personalidad (autoestima rasgo), aunque también existen variaciones normales a corto plazo (autoestima estado). Entre los sinónimos o casi sinónimos de autoestima se incluyen: autovaloración,[7] autoestima,[8] autorespeto,[9][10] y autointegridad.
El concepto de autoestima tiene su origen en el siglo XVIII, expresado por primera vez en los escritos del pensador ilustrado escocés David Hume. Hume sostiene que es importante valorarse y pensar bien de uno mismo porque cumple una función motivadora que permite a las personas explorar todo su potencial[11][12].
4 dimensiones de la autoestima
Esta es la base de la autoestima. Si nos sentimos seguros con nuestra familia, si nos sentimos queridos y nuestras necesidades están cubiertas, nuestra autoestima se desarrolla. Es entonces cuando intentamos ocupar nuestro lugar y nos atrevemos a probar cosas y experiencias nuevas. Por ejemplo, cuando aprendemos a andar, nos caemos las primeras veces, pero con ánimos, desarrollamos nuestra confianza y ¡volvemos a intentarlo!
Este es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos. Experimentando, aprendiendo y recibiendo información de la gente que nos rodea, llegamos a identificar nuestras características, capacidades, necesidades y sentimientos. La identidad puede dividirse en varias partes: física (la representación que cada persona tiene de su propio cuerpo) y social (cómo me relaciono con otras personas, los grupos con los que me asocio, mi situación económica, mi lugar como estudiante, trabajador, adolescente, cómo actúo con mi novia o novio, qué sexo me atrae, etc.).
Todos pertenecemos a varios grupos: familia, amigos, colegio, equipo deportivo, etc. También nos definimos por nuestra pertenencia a esos grupos, por las relaciones que mantenemos con otras personas y por las experiencias que vivimos en esos grupos: sentirnos parte de un grupo, sentirnos solidarios, buscar a los demás miembros del grupo, comunicarnos bien, compartir, etc. Los distintos grupos a los que pertenecemos nos permiten sentirnos comprendidos y saber que hay personas que son como nosotros.
Significado de la autoestima
Por supuesto, sabemos que eso no es cierto; no podemos lograr nada en el mundo simplemente a través de la creencia; si eso fuera cierto, muchos más niños estarían volando por los cielos sobre el techo de su garaje en lugar de cargar con una escayola durante unas semanas.
Sin embargo, sabemos que creer en uno mismo y aceptarse tal y como es es un factor importante para el éxito, las relaciones y la felicidad, y que la autoestima desempeña un papel importante en una vida próspera. Nos proporciona la creencia en nuestras capacidades y la motivación para llevarlas a cabo, alcanzando en última instancia la plenitud a medida que navegamos por la vida con una perspectiva positiva.
Diversos estudios han confirmado que la autoestima tiene una relación directa con nuestro bienestar general, y haríamos bien en tenerlo en cuenta, tanto por nosotros mismos como por los que nos rodean, especialmente los niños en desarrollo con los que interactuamos.
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